Sorprenden a un joven pegando una brutal paliza a su perro en el balcón de su vivienda

LORENZO MARINA. PALMA Los aullidos lastimeros sobresaltaron a los peatones que acertaron a pasar por la avenida de Joan Miró. Un joven se encontraba propinando una brutal paliza a su perro, un cachorro de staffordshire terrier de apenas cuatro meses de edad.
Los hechos ocurrieron sobre las doce y media del mediodía del martes. La paliza no pasó inadvertida. Al menos una veintena de personas presenciaron cómo un perro estaba siendo maltratado. El dueño le propinó fuertes puñetazos al animal y numerosas patadas. También lo levantó en el aire y lo arrojó, en repetidas ocasiones, con suma violencia contra el suelo. El animal no paró ni un momento de quejarse
Uno de los numerosos testigos que presenciaron la escena decidió poner fin al calvario del animal y llamó desde su teléfono móvil al 091. Agentes del Cuerpo Nacional de Policía se desplazaron poco después en el coche patrulla hasta el domicilio de la avenida de Joan Miró para averiguar qué había pasado.
Un joven de 24 años les abrió la puerta a los policías, pero no les permitió pasar al interior. En cualquier caso, los agentes le exigieron ver cómo se encontraba el perro. El animal no se atrevía a moverse ni a responder las llamadas de su amo para que se acercara.
Ante la insistencia del dueño, el can se asomó a la puerta con extrema dificultad, lucía una cojera, y presentaba temblores en los que dejaba patente su miedo. El estado de nerviosismo del animal era tal que no pudo contenerse y se orinó ante la mirada de los estupefactos policías.

Golpes con las manos
Ante la evidencia, el dueño del perro reconoció que le había pegado al perro "con las manos" porque el animal había orinado y defecado en el interior de la vivienda. Las recriminaciones de los policías las rebatió con una frase chulesca. "Qué pasa ¿no puedo pegar a mi perro?", espetó.
A continuación, los policías le reclamaron al joven que les presentara la documentación del animal. En primer lugar, los agentes detectaron que al perro no se le había implantado el chip. Tampoco tenía suscrita la póliza del seguro de responsabilidad civil, obligatorio para las razas de perros potencialmente peligrosas. El staffordshire terrier es una de ellas. El dueño tampoco poseía la cartilla del animal, con su calendario de vacunaciones.
Pese a las recriminaciones de los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía, el propietario del perro mostró una total indiferencia. No obstante, los agentes avisaron a sus homólogos de la Policía Local de Palma. Estos se encargaron de imponerle tres sanciones por cometer otras tantas infracciones en sus obligaciones como propietario del animal.
Asimismo, los policías informaron al Servicio de Protección de Animales del pésimo trato y los golpes que el propietario le estaba infligiendo a su perro.